Robin Williams (1951 - 2014)


Dotado de un talento inigualable para la comedia, podría haberse pasado toda su carrera haciendo reír. Pero prefirió el reto que para él suponía interpretar dramas, por lo que escogió frecuentemente papeles dramáticos, y en los últimos años se decantó por los psicópatas.

Según se infiere de las entrevistas, su sentido del humor proviene de su infancia, desgraciada, y solitaria. Nacido el 21 de julio de 1952 en Chicago (Illinois), Robin Williams fue el hijo único de una actriz, que le transmitió la vocación actoral, y un alto ejecutivo de Ford, que tenía que cambiar continuamente de lugar de residencia, dificultando que su hijo hiciera nuevas amistades. “Estar solo te proporciona una gran imaginación. Aprendí a crear mis propios juegos, leí un montón y desarrollé mis propios mecanismos de defensa para combatir la soledad, como el sentido del humor”, decía Williams.

Estudió interpretación en la renombrada Juilliard School, de Nueva York, donde coincidió con Christopher Reeve, posteriormente popular intérprete de Superman, con quien le unía una gran amistad. Cuando terminó, pasó mucho tiempo haciendo monólogos cómicos en varios clubs de San Francisco, hasta que se hizo con un papel importante, en la serie Mork and Mindy, donde era un alienígena que le proporcionó cierta popularidad. Tras contraer matrimonio con la bailarina italiana Valeria Velardi, protagonizó su propio programa, Robin Williams at Met, donde el actor se prodigaba en imitaciones y gags hilarantes.

Hollywood se fijó rápidamente en sus cualidades humorísticas. El primer cineasta que contrató a Williams para la gran pantalla fue Robert Altman, para su desastrosa adaptación de Popeye (Robert Altman, 1980), el marino, el popular personaje de los dibujos animados. Aunque el actor logró convertirse en un Popeye bastante convincente, el film era nefasto. Pero Williams tuvo una oportunidad mejor de aprovechar su talento innato para el humor en Good Morning Vietnam (Barry Levinson, 1987). Allí, su personaje era un showman, como él, que a través de las ondas radiofónicas alentaba a las tropas estadounidenses en Saigón. Tuvo tanto éxito que incluso fue nominado al Oscar al mejor actor. Enseguida logró quitarse el sambenito de “graciosete” con su papel protagonista en Dead Poets Society (Peter Weir, 1989), su consagración a nivel mundial. Y si el carismático profesor John Keating dejaba una huella imborrable en los alumnos de un rígido internado, su interpretación también se hizo inolvidable para los espectadores. A partir de ese momento se prodigó en el drama, haciendo de médico en Despertares, vagabundo en El rey pescador y judío atrapado en un campo de concentración en Ilusiones de un mentiroso. Su mejor papel fue el psiquiatra de Good Will Hunting (Gus Van Sant, 1997), por el que obtuvo el Oscar al mejor secundario. De vez en cuando, seguía aprovechando su talento para la comedia, en Mrs. Doubtfire (Chris Columbus, 1993) o Jack (Francis Ford Coppola, 1996), toda una decepción, indigna de Francis Ford Coppola.

Además, Robin Williams parecía tener predilección por el género fantástico, pues intervino en Toys (Barry Levinson, 1992), Jumanji (Joe Johnston, 1995), What Dreams May Come (Vincent Ward, 1998), Bicentennial Man (Chris Columbus, 1999) y dos películas de Steven Spielberg: Artificial Intelligence: AI (2001) y Hook (1991). De vez en cuando prestaba su voz a personajes animados, como el genio de Aladdin o Fender, el androide de Robots.

En los últimos años se prodiga en personajes siniestros y psicópatas, como el fotógrafo obsesionado por una familia, en One Hour Photo (Mark Romanek, 2002), el asesino de Insomnia (Christopher Nolan, 2002) y Alan W. Hakman, el traumatizado montador The Final Cut (Omar Naïm, 2004). Por lo visto, siempre había querido hacer ese tipo de papeles. “Estoy volviéndome oscuro”, comentaba poniendo una voz terrorífica cuando se le pregunta. “No había hecho antes ese tipo de papeles, porque los estudios solían decirme que yo interpretaba muy bien a gente buena y sana”. De todas formas, siempre buscaba “sorprender al espectador”.

Paralelamente, durante este tiempo Williams luchó contra constantes recaídas por el consumo de alcohol y la cocaína, hasta que finalmente una crónica depresión lo condujo a perder la vida el día 11 de agosto de 2004, por un aparente suicidio en su casa.

Principales películas de Robin Williams:

Popeye (Robert Altman, 1980)



Dead Poets Society (Peter Weir, 1989)



The Fisher King (Terry Gilliam, 1991)



Mrs. Doubtfire (Chris Columbus, 1993)



Good Will Hunting (Gus Van Sant, 1997)



Patch Adams (Tom Shadyac, 1998)



Bicentennial Man (Chris Columbus, 1999)



Artificial Intelligence: AI (Steven Spielberg, 2001)



Insomnia (Christopher Nolan, 2002) 

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